Cuentos para Zentarse
Lo escribí mientras estaba en una silla, a veces en un asiento del tren de Bolivia, otras en un banco de plaza platense debajo de un tilo o en un cafecito porteño. Lejos de llegar a un estado de iluminación, -pero no tan lejos; la iluminación tiene un pariente cercano, la imaginación-, me di cuenta que entre mate y mate había pintado un libro. Hubo mates tan largos que hicieron que el cuento se escribiera con paso puneño, y otros cortitos como patadita de chancho. El recorrido de este libro me llevó por todos estos lugares y movimientos, ramificaciones de un árbol impensado, pero muy sentido como es la vida y en completo estado de entrega.
Lo pinté con palabras, acostumbrada a un lenguaje de pintores. "Sí, papá y mamá, acá, reinvindicando las raíces". La copa, los frutos, la savia. ¿Con cuál parte del árbol te identificás vos?
En espera a que nos iluminemos todos, los invito a zentarse cómodamente en un silloncito rojo, arrebujado en la parte más blanda del terciopelo, para leer mis cuentos.