sábado, 18 de octubre de 2014

EL CANTO DEL MIRLOGATO


En la puerta de la noche me espera un mirlo. Ha estado cantando todo el sueño y ahora es el momento en que me acerque a ver. El mirlo mueve la cabeza y señala con el amarillo pico que atraviese la puerta, que pase, “vamos, ya es hora”. Sin embargo me confunde su naturaleza.

 


“Enciende el alma, disipa la ilusión”, me recuerda.

 Su voz acaricia mi lomo y ronroneo. Existe entre nosotros una complicidad construida de varias vidas. Estamos hablando un mismo idioma, también yo canto. El dueto me obliga a reconocer que no somos tan diferentes y cuando me acerco a él, leo en cada una de sus plumas todas mis decisiones tomadas hasta hoy. No sé si enojarme, pero ¿con quién? En vez de eso tiendo a lamerlo, mientras siento el amor devuelto en un suave resplandor.

“No puedo quererte”.

El mirlo hace un gesto. Canta i, ji, jau, in de bonin jiu

“¿Qué dirían mis padres?, los avergonzaría”.

El mirlo me mira. Repite i, ji, jau, in de bonin jiu

“No soy yo si lo hiciera, pero lo estoy haciendo, entonces, ¿quién soy yo?”

El mirlo se compadece. Su silencio dice i, ji, jau, in de bonin jiu

Nos encontramos en el tejado viéndonos en espejo. En mi pelaje tengo todas sus decisiones tomadas hasta hoy. El mirlo confirma.

“No puedo quererte”.

Mi gesto expresa un i, ji, jau, in de bonin jiu

“¿Qué dirían mis padres?, los avergonzaría”.

Lo miro y repito i, ji, jau, in de bonin jiu

“No soy yo si lo hiciera, pero lo estoy haciendo, entonces, ¿quién soy yo?”

Conozco la compasión y anuncio i, ji, jau, in de bonin jiu

Todas las migas de pan me han llevado hasta él y en el camino hacia las alturas el tejado nos responde i, ji, jau, in de bonin jiu

“Vamos, amigo, crucemos juntos”, alienta el mirlo.

Él vuela. Yo pego el salto. Caen, una por una como una fuerte lluvia, todas nuestras jaulas.

 (foto de Nick Brandt)

sábado, 27 de septiembre de 2014


     
                                          Oda al pasto de las plazas

 
Un pastito. Un pastito debajo de mis plantas. Simple y terrestre. Rozado por pies humanos, patas de perro y alas de palomas, loros y torcazas. No hay aroma a rosas pero sí a pasto fresco, húmedo de rocío y tibio de sol. Los pelos verdes de las plazas, con calesitas y toboganes como hebillas. Pasto compañero de domingo, de silla reclinable, lona y mate. Un reptil camaleónico estirado entre edificios. Amarillo de botín y picaditos. Naranja de candente mediodía. Violeta de enérgico paso. Blanco de ciudad. Pasto de amantes, pasto de niños, pasto de familias rodantes, pasto de pobres faquires, meditabundos, locos y bohemios, más que un pasto para las vacas. Trascendental pasto donde todos estamos a la misma altura. Cielo de los insectos.

 

domingo, 14 de septiembre de 2014

EL DERVICHE CONMOVIDO







En el reflejo de la vasija de oro, mi cuento. Reverbera el agua y me muestra una mujer de rasgos fuertes y pienso: “no es bonita”. De repente mi cuerpo quiere bailar y se emociona con la música que hace danzar a los derviches. Y giran y giran, y giran y giran.


Una gran estrella se ilumina, es la ventana por donde ha entrado el sol. En el historial de la sangre puedo ver que Dios ha tenido siempre un poema para mí. Pienso, “ella no es bonita”, su pelo es negro tan negro que reverbera como un espejo. Y  giro y giro, y giro y giro.

 Toda la arena de este paraíso se duerme en un sueño eterno. Es sencillo entender por qué dice que ha sido el mar, y mientras mi velo se extiende en este aire infernal, sueño sobre la arena y digo: “ella no es bonita, ¿no?”. El viento gira y gira, gira y giro.


Cuando las palabras se acurrucan como gatos y ya no quieren hablar, las dejo pacíficas dormir, porque Dios ha tenido siempre un poema para mí y es el momento de cantar. Las cosas se toman de la mano y vuelan en este aire infernal, y giran y giro, y giran y giro.

 
“¿Por qué no es bonita?”, me pregunto. El desierto del mar se calla, nada tiene que decirme.  Pero en el historial de mi sangre Dios ha tenido siempre un poema que reverbera en esta vasija de oro. Duerme conmovido el derviche que hay en mí.Entonces giro y giro y giro y giro.










Derviche significa literalmente “el que busca las puertas”. Los derviches son los sufíes islámicos

El sufismo es una corriente espiritual surgida en Persia antesde la era cristiana que se integró posteriormente en el Islam y que engloba a unos 50 millones de personas de todo el mundo.

Ellos proponen un camino de búsqueda de la experiencia de Dios para alcanzar la unidad a través del amor.
La danza de los derviches no es al azar. Cada  movimiento, cada gesto simboliza alguna cosa. Los giros se practican según determinadas reglas, en lugares y momentos precisos. La mano derecha se coloca extendida hacia lo alto con la palma mirando hacia el infinito, la mano izquierda se dirige hacia la tierra. De esta manera el bailarín se convierte en un mediador entre el cielo y la tierra, lo infinito y lo finito, la persona se vacía para ser un canal de lo divino.
En este rodar rítmico se busca entrar en unión con el Todo olvidándose de uno mismo.
 






 

lunes, 1 de septiembre de 2014

Naturaleza Viva


    La piedra llorona
La piedra yacía inmutable en lo profundo del Amazona. Creyó en su inmortalidad en esos parajes, pero un sorpresivo rayo hizo que unas pequeñas piezas se separaran de la mole, incluso hubo una que llegó a la luna. En ese recóndito lugar nadie imaginó que un pequeño pedazo lloraba esa separación. No volvería ni en guijarro llevado por los vientos, ni en arcilla para nidos, ni en colgante de algún viajero melancólico de selva. Pasaba el tiempo, lloraba y empequeñecía, puesto que el dolor la contraía cada vez un poco más. Hete aquí que unos astronautas tocaron suelo lunar, pero la piedra se había contraído tanto que no llegaba a ser muestra para laboratorio. Su esperanza estaba perdida y su llanto era la única real inmortalidad que le podía ofrecer a la mole. Por una extraña casualidad, unos años más tarde, uno de los astronautas sintió que debía realizar un viaje. Su mujer no comprendió aquella escena, pero se la adjudicaba al sorpresivo malestar de su marido. El hombre bajó de la camioneta llevado por un impulso descontrolado y abrazó una enorme mole que los indios adoraban como a una diosa. Lloró larga, larga, larga y tendidamente y la piedrita que estaba aferrada a sus riñones, se desprendió y desapareció. La mujer cree que la curación se debió a las virtudes chamánicas de la Piedra.