lunes, 1 de septiembre de 2014

Naturaleza Viva


    La piedra llorona
La piedra yacía inmutable en lo profundo del Amazona. Creyó en su inmortalidad en esos parajes, pero un sorpresivo rayo hizo que unas pequeñas piezas se separaran de la mole, incluso hubo una que llegó a la luna. En ese recóndito lugar nadie imaginó que un pequeño pedazo lloraba esa separación. No volvería ni en guijarro llevado por los vientos, ni en arcilla para nidos, ni en colgante de algún viajero melancólico de selva. Pasaba el tiempo, lloraba y empequeñecía, puesto que el dolor la contraía cada vez un poco más. Hete aquí que unos astronautas tocaron suelo lunar, pero la piedra se había contraído tanto que no llegaba a ser muestra para laboratorio. Su esperanza estaba perdida y su llanto era la única real inmortalidad que le podía ofrecer a la mole. Por una extraña casualidad, unos años más tarde, uno de los astronautas sintió que debía realizar un viaje. Su mujer no comprendió aquella escena, pero se la adjudicaba al sorpresivo malestar de su marido. El hombre bajó de la camioneta llevado por un impulso descontrolado y abrazó una enorme mole que los indios adoraban como a una diosa. Lloró larga, larga, larga y tendidamente y la piedrita que estaba aferrada a sus riñones, se desprendió y desapareció. La mujer cree que la curación se debió a las virtudes chamánicas de la Piedra.
 
               
 
 
 
 


 
 

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